Ella

Una noche cualquiera salí con Rafelito a caminar solo para enfrentarme a lo mismo de todos los días, los mismos tigueres en el parque esperando a las menores que salían del liceo, uno que otro tecato comprando o vendiendo de su mercancía, el carro del dominican york con el musicón para el deleite de los transeúntes y los “amigos” que creyendo en un absurdo vinculo de fraternidad, pretendían patrocinarse su noche con el dinero de ambos. Cuando creo que haber llamado a mi compadre no ha valido la pena y solo nos queda bebernos unas pequeñas en Mapatí, vuelvo la vista para encontrarme con dos rostros que nos hacían la parada; uno de ellos ya lo conocía pero el otro era una pagina nueva para mi. Como si de David Coperfield se tratara, automáticamente quedé hipnotizado por aquella figura que se acercaba hacia mi con una sonrisa llena de encanto e ingenuidad, que lejos de causarme una sensación de comodidad me llenó de unos nervios inmanejables. Esa esbelta silueta engalanada por una larga y negrísima cabellera convirtieron mis aires de maduro casanova en el más disparatoso muchachito, que en vez de utilizar palabras provocadoras dentro del arte de la seducción, solo atiné a equivocarme como 5 veces al pronunciar su nombre. De aquel encuentro han pasado varios meses, tiempo en el que he tenido la oportunidad de desarrollar una relación hermosísima con ella, pero muy lejos de mis verdaderas aspiraciones. Esta maldita mala costumbre de convertirme en el amiguito con el que tod@s quieren conversar, me ha colocado en una posición no muy ventajosa de la que aun no encuentro escapatoria. Hay momentos en que me pregunto porque me mantengo dando asco detrás de ella, entonces pienso en Arjona que nunca se equivoca el desgraciado: “Si me dices que si dejare de soñar y me volveré un idiota, mejor dime que no y dame ese si como un cuenta gotas, dime que no pensando en un si y déjame lo otro a mi, que si se me pone fácil el amor se hace frágil y uno para de soñar……. Siempre lo fácil me duro tan poco y no lo niego me divertí; pero la soledad me ha vuelto loco por que el amor nunca a pasado por aquí”. Que bien me siento cuando la tengo tan cerca, tan cerca que casi la puedo abrazar por la espalda y susurrarle al oído todo lo que representa para mi; pero que mal me siento cuando esta tan lejos de mi, lejos que aunque estemos sentados uno al lado del otro no hay que ser un psicólogo para notar que sus pensamientos no están ahí en ese momento. Si tú que estas leyendo esta columna sabes de quien hablo, hazle saber del tiempo y del espacio que tome para hablar de ella, porque yo lamentablemente no me atrevo. Continuara????????